sábado, 20 de marzo de 2010

Homecoming



El sol alumbraba ya toda la Universidad, y es que en las mañanas de Septiembre hacía calor incluso a primerísima hora. Corría el año 2006 y empezaba una nueva etapa de mi vida. Había dejado muchísimo atrás para poder empezar de cero y ahora que parecía que a nivel sentimental las cosas me iban bien le tocaba el turno a lo académico. Ya era Universitario, estaba en la Facultad de Informática y esperaba que para 2012 ya pudiera decir eso de "soy Ingeniero", pero esa mañana lo único que veía era a un montón de desconocidos cruzándose miradas nerviosas y espectántes ante cualquier novedad. La próxima persona en entrar por la puerta podría ser nuestro nuevo profesor y aún no teníamos ni idea de lo que nos esperaba ese año, pero al igual que yo muchos se habrían pasado la noche en vela a causa de los nervios que suponía este comienzo. Pero no estaba solo, había 4 caras que me eran conocidas y entre ellas estaba Santi con quién, aún sin saberlo, pasaría mucho tiempo ese año. Cuando el Hall de la Facultad se encontraba ya lleno de gente se nos informó que las clases eran en el Aulario Norte y nos tocó bajar de nuevo. Una vez abajo tuvimos que esperar de nuevo, y de no ser porque a la despistada profesora de Fisica le dió por asomarse por allí nos habríamos pasado toda la mañana a la espera. Pero fue en una de esas en las que me quedé a solas en el pasillo con otros dos zagales. Uno era alto e introvertido, el otro, mas bajito, enseguida empezó a entablar conversación y ha hablar del su pueblo, Nerpio, del que yo no había oído en la vida. Una vez de vuelta al aula tuvimos la presentación de Física pero no sería hasta el día siguiente en el que nos dimos cuenta dónde nos habíamos metido. Y es que el profesor de Álgebra ya se puso a despotricar cuando un compañero de pelo rizado y camiseta Heavy llegó tarde al aula.

Era el momento de enfrentarme al mundo, otra vez. Había pasado el día durmiendo, pero es que después del viaje de 28 horas lo mínimo que necesitaba era tiempo para reponerme. Salí de mi habitación y volví a sentir el frió, ese helor que se te mete muy hondo y que nadie en Murcia podría imaginar. Estaba en América con sus leyes ridículas y su gente extraña de nuevo, aunque ya no sentía esa ilusión que tenía en Septiembre. Ya no tenía ganas de hacer cosas, ni de viajar, ni de maravillarme con las tonterías super-tópicas. Lo único que me apetecía era estar con mis seres queridos y todos ellos se habían quedado en Murcia, todos ellos se habían quedado en mi hogar. Ahora lo único que sentía era soledad porque aunque me reencontré enseguida con Harshit, Becky, Parimal, Ellen, Marushka y demás Hampsters lo cierto es que ninguno de ellos eran capaz de llenarme como cualquiera de mis amigos en España. Y me sentía presionado a pasármelo bien, pero a mi el sueño Americano se me había empezado a deshinchar, y lo que antes me parecía estrambótico y cómico ahora lo consideraba ridículo e irritante. Con suerte vería a Yaël y a Ondrej en una semana y al menos ellos si entenderían esa decepción que es el sueño Americano. Y es que como en Europa, en ningún sitio.

Y terminé. Con el examen Oral de Inglés se acababan todas las preocupaciones de ese curso. Bueno me quedaban las notas, pero eso no debería preocuparme pues en Febrero me había ido bien. Eran las 8 de la tarde, el sol ya empezaba a ponerse y hacía un maravilloso día de Junio. Ya había aprobado el Carnet de Conducir y terminado con todas las pruebas de la Escuela de Idiomas. El año había sido bastante irregular, pero por suelte el final no resultó tan intenso como la Selectividad un año atrás. Decepción podría ser la primera palabra que se me venía a la cabeza en esos momentos. El 21 de Marzo de 2006 me había prometido a mi mismo que me volvería mas fuerte y que podría con todo, pero lo cierto es que no había sido capaz ni de terminar el primer año de carrera. Pero lo cierto es que estaba a punto de empezar Bellas Artes, aquello que siempre había querido hacer. Vale que me encantan los números, me chifla la historia y adoro el Inglés, pero ser capaz de centrarme en una vocación era algo que hacía 12 meses habría sido inimaginable. Por otro lado yo ya me había comprado mi primera tableta Wacom y había comenzado a hacer mis pinitos con el Photoshop, pero el poder profundizar en eso era algo que me hacía mucha ilusión. Si, definitivamente iba por el buen camino y quién dijera decepción es que era incapaz de liberar sus sueños. Aunque yo aún no me encontraba lo suficientemente fuerte para volver a ver esas personas y saber que no les haría daño otra vez. Había sido un año extraño, tranquilo y sin demasiados logros académicos o sentimentales, pero sin embargo había ganado a una serie de personas de las que había aprendido mucho. Y es que de no haber sido por Santy, Alberto, Periko y Adrían ese año si que habría sido un año perdido.




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